Accede desde aquí a tu grupo

sábado, 30 de mayo de 2020

Serendipias


Según el Diccionario de la Real Academia Española, una serendipia es un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. El término nace a partir de una antigua fábula asiria titulada “Los tres príncipes de Serendip”, quienes, en sus viajes, siempre descubrían, por accidente o por sagacidad, cosas que no estaban buscando.
La casualidad hizo que, en 1799, el pico de Pierre Bouchard, un soldado francés de la campaña de Napoleón Bonaparte destinado en las fortificaciones de la ciudad de Rosetta, tropezase con una gran piedra de basalto negro con una misma inscripción en tres idiomas distintos: el egipcio jeroglífico, el egipcio demótico y el griego. Esta inscripción permitió a Jean-François Champollion hallar las claves para descifrar la escritura jeroglífica del Antiguo Egipto.
El científico escocés Alexander Fleming dejó al aire libre, sin querer, unas placas en las que estaba estudiando cultivos de bacterias. Al regresar encontró los cultivos contaminados por un hongo. Cuando iba a tirarlos y lavar las placas, observó en una de las placas sin lavar un hongo (del género Penicillium) que había destruido las bacterias, dando origen a la penicilina. 
En 1895 el físico alemán Wilhelm Röntgen experimentaba con tubos de rayos catódicos. Probó a colocar varios objetos, como libros, en frente de la radiación, descubriendo que podían atravesar papel. Hasta que tuvo la idea de pedirle a su mujer que pusiese la mano entre el tubo de rayos y la placa mineral fotosensible, descubriendo así que los huesos absorben mejor estos rayos que la carne y por ello los huesos quedan reflejados como una sombra sobre un fondo oscuro. Llamó a su descubrimiento rayos X. 
En 1946, Percy Spencer, un científico que trabajaba en el desarrollo del radar, se dio cuenta que una barra de chocolate que tenía en su bolsillo se había derretido. A partir de este descubrimiento inventó el horno microondas.
Las primeras fotografías eran muy borrosas. Louis Daguerre, en 1835, buscaba fijar una imagen fotográfica con la máxima nitidez posible, pero no había tenido éxito con ninguno de los productos que había utilizado. Un día guardó varias placas con las que había estado experimentando en un armario donde también tenía un termómetro de mercurio roto. Al sacar de nuevo las placas, observó que en ellas la imagen aparecía clara. Daguerre concluyó que el vapor de mercurio del termómetro roto fue el causante.
Tras un paseo por el campo en el verano de 1940 el ingeniero suizo George de Mestral observó su chaqueta cubierta de cadillos (unos cardos que se pegan a la ropa). Al arrancarlos de su ropa y estudiarlos al microscopio, descubrió que poseían numerosos ganchos de una forma peculiar que les hace adherirse muy eficientemente en otras superficies igualmente irregulares. Así surgió el cierre de Velcro.
John Pemberton en 1886 quería desarrollar un jarabe para el dolor de cabeza y la ansiedad, basado en extracto de hojas de coca y nueces de cola. En una ocasión, durante la preparación del jarabe, le fue añadida agua carbonatada por error, dando origen a una conocida bebida.
El chef George Crum en 1853 para fastidiar a un cliente que siempre se quejaba de que sus patatas fritas eran demasiado gruesas, las partió del grosor de un papel y las frio hasta que crujían. Así nacieron las patatas chips.
El doctor Spencer Silver buscaba un elemento superadherente. Trabajó mucho en ello, pero su invento no tenía la potencia suficiente. Su compañero Art Fry cantaba en el coro de la iglesia y tenía la costumbre de señalar los salmos de los cánticos con trocitos de papel. Para su desesperación, estos rápidamente se caían. Fry recordó el invento de su compañero, pensando que ese “adhesivo provisionalmente permanente” era la solución para su problema. De esta manera se inventó el Post-it en 1980.
Levi Strauss pretendía vender una tela de lona fuerte para que mineros y buscadores de oro se hicieran sus tiendas de campaña. Sin embargo, su proyecto fracasó momentáneamente. Pronto descubrió que los mineros se quejaban de lo rápido que se rompían sus pantalones y decidió emplear la tela de lona para fabricar pantalones resistentes, añadiendo remates de cobre en la bragueta y los bolsillos. En 1873 comenzó la historia de los pantalones vaqueros.
Los Kleenex empezaron a usarse como filtro en las máscaras antigás durante la I Guerra Mundial; el marcapasos, la sacarina, el acero inoxidable y los fuegos artificiales, también son producto de la casualidad.
Aunque quizá el caso más famoso de serendipia fue protagonizado por un navegante de origen genovés, que no solo no encontró lo que buscaba, las Indias y sus riquezas, sino que encontró un continente, América, que no buscaba y que, además, nunca aceptó que lo había hecho y que se había equivocado. La llegada a América de Cristóbal Colón también fue por chiripa. O tal vez no.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario